¿Qué te quita el sueño?

Dormir mal está demasiado normalizado y apenas le prestamos la atención necesaria, hasta que realmente nos afecta en otras áreas de nuestra vida diaria, debido a la irritabilidad, agitación o ansiedad que puede llegar a provocarnos insomnio.


El insomnio es el trastorno del sueño más frecuente y ahora que llega el verano, encontramos en el calor al culpable perfecto de nuestra queja: “imposible dormir”. Pero hay muchos más responsables y si los identificamos podemos corregirlos y mejorar nuestras horas de reposo.

Cuando hablamos de problemas para dormir estos pueden tener como base la insatisfacción con la “cantidad” o la “calidad” del descanso percibido. Debemos ser conscientes que la falta de descanso es capaz de afectar negativamente en nuestro estado de ánimo, alcanzando a quienes nos rodean y a todo lo que hacemos.

El estrés diario, pensamientos rumiativos cuando ya estamos acostados, malos hábitos como el uso de móvil hasta caer agotados, cambios de horarios y rutinas, ciertas comidas o bebidas estimulantes antes de dormir, cenas copiosas, efectos secundarios de medicamentos que tomamos para otras dolencias,…etc. serían algunos de los componentes que contribuyen a una peor higiene del sueño.

Es justamente con la llegada del buen tiempo cuando desajustamos más nuestros horarios, nuestra alimentación, nuestras rutinas… etc., y no solo durante el fin de semana. Por ello para no perjudicar y/o alterar nuestro ritmo circadiano hay que seguir en la medida de lo posible una rutina diaria veraniega ajustada. 


¿Qué debemos evitar o limitar?

El consumo de cafeína alcohol, teína, azúcar y nicotina, sobre todo en las últimas horas del día. Si las cenas son ligeras y saludables, mucho mejor. Practicar alguna actividad física moderada, puede beneficiar al descanso de forma positiva. Evitar siesta largas durante el día ya que van a dificultar el descanso nocturno. Hacer algo relajante y que nos guste especialmente antes de ir a dormir, como un baño tranquilo o ejercicios de respiración, bajar la intensidad de la luz (evitar que sean luces blancas), entre otras cosas servirá para que nuestro sueño sea más reparador y mejore nuestro bienestar.

Hay más soluciones que el uso continuado de fármacos

Dormir mal está demasiado normalizado y apenas le prestamos la atención necesaria, hasta que realmente nos afecta en otras áreas de nuestra vida diaria, debido a la irritabilidad, agitación o ansiedad que puede llegar a provocarnos. Siempre podemos encontrar técnicas psicológicas que nos ayuden en el proceso, para que no se cronifique en nuestras noches e invalide nuestros días. Hay más soluciones que el uso continuado de fármacos. Cada uno de nosotros necesitamos de ajustes distintos para alcanzar que es lo que más nos conviene y sobretodo cual es el bienestar que queremos lograr en nuestra VIDA. A modo de reflexión y como cuento de buenas noches que nos ayude a entender, os dejo “El mundo” de Eduardo Galeano:

“Un hombre del pueblo Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado desde arriba la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. -El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.”


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